Qué hacer si su hijo es intolerante a la lactosa

Familia
Escrito por:
Dr. Rafael López Urbina. Pediatra
Revisado por:
Dr. Luis Estrada. Pediatra
Publicado:
05-May-17 6:00:00 AM
Palabras claves:
Intolerancia, lactosa, leche
 

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Familia:Niñez
jueves, 14 de diciembre de 2017
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miércoles, 9 de mayo de 2018
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Una de las mayores preocupaciones que tienen los padres cuando nacen sus hijos es la de velar por la adecuada alimentación, sobre todo cuando los niños son menores de un año. En esta etapa las alteraciones en la dieta y la nutrición llegan a provocar ansiedad y frecuentes consultas al pediatra.

Debido a que la leche materna es el principal alimento durante este primer año de vida, la “intolerancia a la lactosa” puede llegar a ser la mayor frustración con la que se puedan encontrar los padres.

Empecemos por definir qué es la lactosa

La lactosa es el azúcar natural que contiene la leche. Es un disacárido porque está compuesta de dos azúcares simples: la glucosa y la galactosa.

¿Cómo funciona todo esto?

Todos los seres vivos necesitamos de enzimas. Estas nos permiten dividir o fraccionar los alimentos que comemos hasta sus partículas más pequeñas para que sean absorbidas a través del intestino delgado y ser transportadas al resto del organismo para su utilización.

La enzima especial para la digestión de la lactosa es la lactasa y se encarga de dividir la lactosa en glucosa y galactosa; por lo tanto, si no tenemos esta enzima o si sus concentraciones son mínimas, no se puede digerir lactosa y nos volvemos intolerantes a ella.

La absorción de los alimentos se lleva a cabo en el “borde de cepillo”, ubicado en el intestino delgado. El interior del intestino delgado es como una alfombra arrugada y en cada una de estas arrugas hay una infinidad de “vellosidades” en las cuales se encuentran las enzimas (como la lactasa), encargadas de captar y absorber los nutrientes ya fraccionados.

La actividad enzimática de la lactasa en los humanos disminuye progresivamente con el transcurso del tiempo, en algunas razas llega hasta desaparecer por completo, respondiendo a una predisposición genética.

¿A qué se deberá esta predisposición?

Hace 10,000 años durante el período neolítico, en la zona del actual Irak, el ser humano empezó a utilizar la piel, la carne y la leche de algunos animales para su supervivencia.

Entonces poseía dentro de su organismo concentraciones limitadas de lactasa, que únicamente le permitían consumir la leche materna. Al iniciar a consumir productos lácteos de origen animal, el sistema digestivo generó una mayor concentración de lactasa que respondía a las necesidades de la nueva dieta.

Las migraciones humanas y la mezcla de razas generaron nuevas recombinaciones genéticas haciendo que hoy en día existan diferencias entre una persona y otra en lo que a la tolerancia a la lactosa se refiere. Por esa razón no todos pueden consumir leche o productos lácteos a determinada edad. En este caso, el déficit de lactasa es congénito y la intolerancia a la lactosa es permanente e irreversible.

Pero también podría ser adquirida, como efecto secundario a un proceso diarreico causado por infecciones virales, bacterianas, parasitarias o por transgresión alimentaria (introducción de alimentos no adecuados en la dieta). En estos casos, según el grado de lesión la intolerancia podría ser temporal o permanente.

¿Qué ocurre dentro del intestino?

Cuando un niño con déficit de lactasa consume leche, no le es posible fragmentar la lactosa en glucosa y galactosa por lo que se acumula en el interior del intestino en donde las bacterias de la flora normal producen ácidos orgánicos y gas hidrógeno (fermentación).

El aumento de la concentración de azúcares, además trae como consecuencia extracción de agua de las paredes intestinales, provocando distensión abdominal o “distensión” seguido del aumento de los movimientos intestinales, retortijones cólicos y luego una diarrea con heces espumosas y ácidas, no fétidas, que pueden provocar “eccema” (aparición de manchas rojas acompañadas de picor intenso) o irritación en los glúteos.

Se sospecha de intolerancia a la lactosa cuando en la consulta se refieren los síntomas anteriores, precedidos a la ingesta de leche, con o sin un cuadro de diarrea y si además de ello, uno o ambos padres tienen problemas para la digestión de lácteos.

La confirmación se realiza con un examen general de heces con prueba de Clinitest, llamada también “sustancias reductoras en heces” y si esta es positiva, confirma la incapacidad para la digestión de disacáridos.

¿Qué tratamiento es el adecuado?

Lo más importante es llevar al niño donde el médico para que indique el tratamiento a seguir, ya que este puede llevarse a cabo de diferentes maneras:

  • Eliminando en la dieta todos los productos que contengan lactosa.
  • Tomando la enzima exógena (lactasa), antes de consumir productos lácteos.

Si el problema es temporal, el tratamiento está indicado únicamente en el tiempo que tarda la recuperación de las concentraciones de lactasa.

Un manejo pertinente y adecuado logra la recuperación total del paciente y no trae ninguna consecuencia, pero si no se detecta a tiempo, o no se maneja correctamente, puede traer serios problemas en el crecimiento y desarrollo normal en los niños.

Los padres de familia, debemos ser los primeros observadores y principales protagonistas en el desarrollo integral de nuestros hijos, por lo que es recomendable no dejar pasar ningún detalle, por insignificante que parezca y consultarlo siempre con el pediatra.


Qué hacer si su hijo es intolerante a la lactosa