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domingo, 17 de diciembre de 2017
miércoles, 9 de mayo de 2018
Antes se consideraba que la política en materia de salud consistía en la provisión de atención médica y su financiación: los determinantes sociales se debatían únicamente entre los académicos. En la actualidad, eso está cambiando. Si bien es cierto que la atención médica puede prolongar la supervivencia y mejorar el pronóstico después de las enfermedades graves, son las condiciones sociales y económicas las que ejercen una mayor influencia sobre la salud de la población en general, ya que son las que hacen que las personas enfermen y necesiten atención médica. Esta es la razón porque es tan importante conocerlas y abordarlas a tiempo. Por muy importantes que puedan ser las susceptibilidades genéticas a las enfermedades del individuo, las causas comunes de la mala salud que afectan a poblaciones son ambientales y aparecen y desaparecen con mucha mayor rapidez que los cambios genéticos de ritmo lento porque reflejan los cambios en nuestra forma de vivir.
Las determinantes sociales de la salud son, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), las circunstancias en que las personas nacen, crecen, viven, trabajan y envejecen, incluido el sistema de salud. Esas situaciones son el resultado de la distribución del dinero, el poder y los recursos a nivel mundial, nacional y local, que depende a su vez de las políticas adoptadas”, (OMS). La buena salud no se basa únicamente en las intervenciones médicas, sino de las condiciones de vida y las circunstancias personales.
Incluso en los países de primer mundo, las personas más pobres viven menos que las más ricas. El ser humano en calidad de ser social, necesita además de unas buenas condiciones materiales, sentirse valorado y estimado desde la primera infancia. Necesita amigos, sociedades más sociables, sentirse útil y necesita un cierto nivel de control sobre un trabajo valioso. Sin todo ello, se vuelve más propensos a la depresión, al uso de las drogas, a la ansiedad, la hostilidad y a la desesperación, y todo ello repercute en la salud física.
Estas diferencias de salud se consideran una injusticia social. A continuación explicamos algunas de estas determinantes:
La pendiente social
En todas las sociedades se da el hecho de que a medida que descendemos por la escala social, se va acortando la esperanza de vida y se vuelven más comunes la mayoría de las enfermedades. Las circunstancias económicas y sociales asociadas a la pobreza afectan a la salud de por vida. Las personas que viven en los peldaños más bajos de la escala social suelen estar sometidas, como mínimo, a un riesgo doble de padecer enfermedades graves y muertes prematuras que las personas que viven más cerca de los peldaños superiores. Estos efectos tampoco se limitan a las personas que viven en condiciones de pobreza: la pendiente social en la salud se extiende a través de la sociedad, de tal manera que incluso dentro del grupo de los trabajadores de oficina de clase media, las personas que trabajan en las categorías inferiores padecen muchas más enfermedades y están más expuestos a una muerte prematura que las personas que ocupan las categorías superiores.
Estas desventajas tienden a concentrarse alrededor de las mismas personas y sus efectos acumulativos sobre la salud se prolongan durante toda la vida. El desgaste que sufren las personas que viven en circunstancias social o económicamente estresantes aumenta al prolongarse el tiempo que están expuestos a ellas y en la misma medida, se reducen sus posibilidades de disfrutar de una vejez sana.
El estrés
Las circunstancias que provocan estrés, preocupan a las personas, les crea ansiedad y sentimientos de incapacidad de salir adelante, perjudican la salud y pueden causar una muerte prematura.
¿Por qué afectan estos factores psicosociales a la salud física?
Cuando nos encontramos ante una situación de emergencia, nuestro sistema nervioso y hormonal nos preparan para hacer frente a una amenaza física inmediata, esto trae como consecuencia una respuesta de lucha o huida: aumenta el ritmo cardiaco, se moviliza la energía almacenada, la sangre se dirige a los músculos y se agudiza el estado de alerta. Aunque el estrés que se experimenta en la vida urbana moderna, rara vez requiere una actividad física extenuante o siquiera moderada; una vez que se ha disparado una respuesta ante una situación de estrés, se desvían a otras partes del cuerpo los recursos y las energías invertidas en muchos procesos fisiológicos que son importantes para el mantenimiento de la salud a largo plazo. Este tipo de respuesta afecta tanto al sistema cardiovascular como al inmunológico. Esto no tiene gran importancia cuando sucede durante breves periodos de tiempo; pero cuando una persona se siente tensa con mucha frecuencia, o bien, cuando esa tensión se mantiene durante demasiado tiempo, esa persona se vuelve más vulnerable a una amplia serie de condiciones que incluyen las infecciones, la diabetes, una presión sanguínea alta, infartos cardiacos, derrames cerebrales, depresión y agresión (agresividad).
Los primeros años de vida
Un buen comienzo en la vida significa apoyar a las madres y a los niños y niñas: el desarrollo temprano y la educación ejercen un impacto sobre la salud que dura toda la vida.
La investigación observacional y ciertos estudios de intervención demuestran que en la primera infancia y el periodo prenatal se establecen las bases de la salud adulta. Un desarrollo lento y un apoyo emocional escaso aumentan el riesgo de tener una mala salud durante toda la vida y reducen el funcionamiento físico, emocional y cognitivo en la madurez. La experiencia temprana de la pobreza y el desarrollo lento se graban en la biología durante el proceso de desarrollo y conforman la base del capital humano y biológico del individuo, lo cual afecta su salud durante toda la vida.
Una situación de pobreza durante el embarazo puede causar que el feto se desarrolle por debajo del nivel óptimo a través de una cadena de circunstancias que pueden incluir carencias en la nutrición durante el embarazo, estrés maternal, una mayor probabilidad de que la madre fume o abuse de las drogas y el alcohol, una falta de ejercicio o una asistencia prenatal insuficiente. Un desarrollo fetal pobre supone un riesgo para la salud en la vida posterior.
La experiencia infantil es importante debido a que lo aportes sensoriales emocionales y cognitivos programan las respuestas del cerebro; las relaciones emocionales inseguras y la carencia de estimulación pueden ser la causa de la falta de disposición para ir a la escuela, de un bajo rendimiento académico, de un comportamiento problemático y del riesgo de sufrir marginación social durante la vida adulta. Los hábitos saludables como comer con sensatez, hacer ejercicio y no fumar están asociados a los ejemplos que pueden ofrecer los padres y las madres y los grupos de iguales y se asocian igualmente a una buena educación. El crecimiento físico lento durante la infancia está asociado con un desarrollo y funcionamiento limitado del sistema cardiovascular, respiratorio, renal y pancreático.
Los problemas de salud bajo el enfoque de determinantes sociales son de suma importancia para el ISSS ya que sirven para establecer políticas y estrategias de salud que permitan tener una mejor calidad de vida para todas las personas en la sociedad salvadoreña. Existen otros determinantes sociales de la salud serán abordados con más detalle en futuras publicaciones.
Bibliografía:
Determinantes Sociales de la Salud. Los Hechos Probados.
Introducción a las determinantes sociales de salud