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miércoles, 6 de enero de 2021
lunes, 11 de enero de 2021
Los antibióticos, como todo medicamento, no son por completo agentes benignos; ya que pueden generar al prescribirlos efectos secundarios diferentes a los que se desean por lo que su uso únicamente lo debe determinar un médico después de una evaluación presencial completa.
No es infrecuente presentar algún episodio que combine dolor de garganta, fiebre, malestar general y congestión nasal. Tampoco el escuchar en la farmacia un "Deme 10 amoxicilinas" por parte de la persona con los síntomas descritos, alentado por que algún familiar o amigo se las recomendó. El dependiente lo recibe, atiende la solicitud y se las dispensa. ¿Cuántas veces hemos sido nosotros los protagonistas de esta historia?
Los antibióticos, como todo medicamento, no son por completo agentes benignos; ya que pueden generar al prescribirlos efectos secundarios diferentes a los que se desean por lo que su uso únicamente lo debe determinar un médico después de una evaluación presencial completa. Si se utiliza un antibiótico cuando no es necesario, existe la posibilidad de que no se pueda utilizar nuevamente por el desarrollo de alergia así como, si este es innecesario por el diagnóstico específico, resistencia al mismo; perdiendo con ello la oportunidad de utilizarlo en una afección que realmente la amerite.
¿Qué son los antibióticos?
Los antibióticos, como todo medicamento, no son por completo agentes benignos; ya que pueden generar al prescribirlos efectos secundarios diferentes a los que se desean, pudiendo ir éstos desde, por ejemplo, reacciones alérgicas mínimas como un problema leve en la piel, hasta muy graves como afectaciones en el sistema respiratorio de gran magnitud que nos obliguen a acudir de urgencia a un hospital, por lo que su uso únicamente lo debe determinar un médico después de una evaluación presencial completa. /p>
La primera dosis pudiera no causar un daño aparente, pero si hay predisposición a la alergia (como en el 10% de las personas), cualquier dosis subsiguiente en cuanto se ha asimilado puede producir trastornos significativos. Con esto, se puede deducir que si se utiliza un antibiótico cuando no es necesario, existe la posibilidad de que no se pueda utilizar nuevamente por el desarrollo de alergia así como, si este es innecesario por el diagnóstico específico, resistencia al mismo; perdiendo con ello la oportunidad de utilizarlo en una afección que realmente la amerite.
Otra razón que nos debe hacer pensar varias veces antes de automedicarnos es nuestro cuerpo mismo: Millones de bacterias se hallan siempre en él; no siendo todas ellas causantes de enfermedades. Muchas son esenciales (Por mencionar ejemplos, están las que ayudan a nivel de la mucosa intestinal en el proceso digestivo y las que elaboran algunas de las vitaminas esenciales). Aun las que no son directamente beneficiosas dificultan el desarrollo de gérmenes causantes de enfermedades, al competir por los nutrientes necesarios para su multiplicación.
Los antibióticos, al ser ingeridos sin una indicación precisa, matan algunos de estos gérmenes útiles trastornando el delicado equilibrio existente, pudiendo multiplicarse los causantes de enfermedades al encontrar campo libre para desarrollar una sobreinfección.
Cuando Alexander Fleming descubrió la penicilina, esta sirvió para curar desde abscesos hasta infecciones generales; pero pasado cierto tiempo y a medida se hizo frecuente su uso algunos de los gérmenes sensibles a este antibiótico sobrevivieron y se multiplicaron, generando los microorganismos resistentes. Apareció la estreptomicina y se convirtió en el antibiótico de escoge, pero tuvo el mismo resultado al ir gradualmente perdiendo su eficacia. Luego vinieron las tetraciclinas, y así sucesivamente se ha ido repitiendo el ciclo con la formación de microorganismos resistentes y nuevos antibióticos para cada uno de ellos.
Este fenómeno se da a causa que los gérmenes evolucionan, elaborando defensas frente a los antibióticos, siendo esto un fenómeno biológico natural. Si a esta capacidad de cambio de los microorganismos se le suma un uso inadecuado e indiscriminado de los antibióticos, al tomarse sin indicación médica, no ajustarse a las dosis recomendadas ni a la duración del tratamiento; la consecuencia esperada es que los gérmenes crearan resistencias que serán más difícil de tratar en eventos posteriores.
Se evidencia además que ningún antibiótico es eficaz contra las enfermedades virales, tales como el catarro común, las gripes, algunas diarreas, la varicela, el sarampión, el herpes zoster, por mencionar tan solo algunos ejemplos. El personal médico conoce esto a la perfección y por ello es quien debe indicar la alternativa de tratamiento ideónea para cada problema de salud específico, al establecer el diagnóstico del padecimiento por el cual acuda a él.
Recomendaciones
- Por ello, le brindamos los siguientes consejos cuando se encuentre en la situación descrita al inicio:
- Evite la automedicación. No ingiera antibióticos sin que exista una prescripción por parte de su médico.
- No siga recomendaciones hechas por familiares, amigos o vecinos para la ingesta de medicamentos de este tipo.
- No se automedique con antibióticos ante la aparición de los primeros síntomas, atribuyendo a una infección lo que puede tener causas muy diferentes.
- No presione al médico para que le recete antibióticos a efecto de con ello pensar que se va a mejorar más rápido. Como mencionamos antes, el origen de muchas afecciones son virus ante los cuales los antibióticos no surten mayor efecto.
- No compre por su cuenta lo que otras veces le recetaron, aunque haya funcionado en una ocasión similar previa.
- Siga la prescripción de su médico en cuanto a la frecuencia y duración del tratamiento. Utilice siempre la dosis adecuada y no deje de ingerirlos cuando se note mejoría: Es imprescindible terminar el tratamiento completo.
- No guarde las pastillas sobrantes para otra ocasión. Algunos hogares parecen arsenales terapéuticos y la existencia de este almacenamiento promueve el uso incorrecto de los medicamentos.
Por todo esto, la próxima vez que piense ir directamente a la farmacia para comprar unas cuantas amoxicilinas o tetraciclinas, piénselo dos veces y no lo haga. En vez de ello, acuda primero a su médico.
Los antibióticos: qué sí y qué no