Triage en la recepción de emergencia pediátrica

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Escrito por:
Dra. y  MSP María Elena García de Rojas. Médico Pediatra.
Revisado por:
Dr. Rafael López Urbina. Pediatra.
Publicado:
25-Jun-18 6:00:00 AM
Palabras claves:
triage, clasificación, valoración, fisiología
 

 Reutilización de elemento de catálogo

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lunes, 25 de junio de 2018
227
lunes, 11 de marzo de 2019
No
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​​Resumen

​​​​​​​En nuestro país, el aumento de la demanda de los servicios pediátricos de emergencias y urgencias, tanto del MINSAL como del ISSS, dificulta la atención rápida y eficiente que estos servicios deben de proporcionar a los usuarios. La utilización de los sistemas de TRIAGE en urgencias pretende mejorar la atención a los pacientes, así como asegurar una mejor utilización de los recursos sanitarios disponibles. El TRIAGE de emergencias y urgencias pediátricas es un proceso de valoración clínico​ preliminar que ordena a los pacientes según su estado clínico, de forma que, los más urgentes son atendidos primero mientras que los demás son controlados y reevaluados hasta que puedan ser vistos por el equipo médico. El objetivo final del TRIAGE es reducir la mortalidad y morbilidad de los pacientes que acuden al servicio de urgencias. Estas premisas hacen que la evaluación de la evidencia científica del TRIAGE en urgencias sea de gran importancia para valorar de manera más precisa y concluyente su utilidad en el Sistema Nacional de Salud de El Salvador.​​​

Actualmente, en las Unidades de Emergencia Pediátrica de los diferentes hospitales del país, encontramos una gran cantidad de pacientes con sus padres o familiares esperando ser atendidos por diversas patologías. Pero, en muchas ocasiones, dada la gran cantidad de consulta, el médico encargado no siempre tiene conocimiento de todo lo que está sucediendo afuera del consultorio, donde puede estar esperando ser atendido un niño con un abdomen agudo complicado como un niño con un cuadro catarral sin fiebre de más de 5 días de evolución.

Los sistemas de TRIAGE están basados en opiniones de profesionales y la decisión a la hora de establecer la urgencia de atención médica de los pacientes se centra principalmente, en los síntomas y signos que presentan, por lo que no es un proceso de diagnóstico.

La palabra TRIAGE es un término francés que se emplea en el ámbito de la medicina para clasificar a los pacientes de acuerdo a la emergencia o urgencia de la atención. Se trata de un método que permite organizar la atención de las personas según los recursos existentes y las necesidades de los individuos.

Por definición TRIAGE es clasificar, estratificar. También se describe como un proceso mediante el cual un paciente es evaluado (no diagnosticado), asignándole un perfil de riesgo en el funcionamiento de un sistema u órgano (puede tener riesgo de entrar en insuficiencia respiratoria, presentar un shock hipovolémico, de convulsionar, etc.) o de perder la vida del mismo.

De este perfil asignado depende el resto del proceso de atención que amerite de acuerdo a su patología. Esto es muy importante, pero muchas veces es la parte que no se entiende del TRIAGE es que dependiendo de esa clasificación inicial, será el manejo que recibirá , es decir desde el qué tan rápido se va a atender, dónde se va a atender, quién dará la atención y cuáles van a ser los recursos asistenciales que recibirá en una Unidad de Emergencia Pediátrica.

El TRIAGE pediátrico es complejo, ya que los síntomas, signos y diagnósticos finales suelen ser diferentes a los de la población adulta. Así, síntomas como fiebre, dolor abdominal o llanto persistente pueden ser considerados en el ámbito adulto como “no urgentes", pero en niños estos síntomas suelen ser importantes a la hora de valorar el caso.

Por otra parte, dentro de la población pediátrica la fiebre puede pasar de urgente a no urgente dependiendo de la edad del niño y de otros síntomas o signos presentes en el paciente. Estas características fisiológicas hacen que el TRIAGE en la población pediátrica sea diferente al de los adultos, además se le suman situaciones especiales asociadas como la dificultad de obtener de los niños las respuestas necesarias sobre síntomas, signos y evolución de los mismos.

También, hay que tener en consideración la implicación de los padres durante la estancia en los servicios de urgencias. Durante el TRIAGE pediátrico en Urgencias la relación o el trato con los padres por parte del profesional a cargo es un proceso de gran importancia. Manejar la preocupación de los padres va a marcar la visita a los servicios de urgencia. Por otro lado, la aportación de los padres durante el proceso de TRIAGE es de gran utilidad.

Todas estas características propias de la población pediátrica han hecho necesaria la adaptación de los sistemas de TRIAGE así como el desarrollo de sistemas de valoración rápidos que evalúen de manera inicial el estado de los niños en cualquier tipo de centro sanitario.

Se han desarrollad​o diferentes modelos de TRIAGE, estructurados y diseñados en su mayoría para adultos, los cuales han tenido que ser adaptados para su utilización en la población pediátrica. Los modelos más aceptados son aquellos que clasifican a los pacientes en 5 categorías de priorización según el tiempo máximo en el que debe de ser atendido el paciente. Uno de estos sistemas de valoración rápida es el denominado Triángulo de Valoración Pediátrica (TVP) que está siendo aceptado de manera progresiva por los profesionales sanitarios. El TVP es previo al TRIAGE y consiste básicamente de un análisis observacional del niño con el objetivo de detectar de forma rápida algún tipo de inestabilidad fisiológica. El TVP se basa en tres elementos básicos: la respiración, la circulación y el aspecto general que son valorados de manera independiente.

La combinación de estos tres elementos proporciona una impresión general del paciente que permite en poco tiempo distinguir entre un paciente estable y un paciente inestable.

Es de considerar que el TRIAGE debe de ser a la medida del nivel de atención que tenga el establecimiento donde se va a aplicar. Deben de estar conocedores de su implementación desde las autoridades centrales hasta el personal que lo va a ejecutar. Algo que debe quedar claro del TRIAGE es que es un proceso médico, y que por lo general la evaluación puede ser dada tanto por un médico como por una enfermera (como en la mayoría de los hospitales de los países desarrollados) entrenados en TRIAGE, en este caso Pediátrico.

En pocas palabras, para hacer TRIAGE​​ se debe escoger al mejor en el área y que tenga más capacidad de resolución de pr​​oblemas. Otra de las consideraciones que a tomar en cuenta es comprende qué es lo primero que ha de hacerse dentro del proceso de atención a un paciente que consulte en la emergencia o urgencia de cualquier establecimiento de salud. El TRIAGE viene a resolver el problema actual de exceso de carga laboral en los servicios, no ha ser una carga laboral más. También se ha demostrado, en diferentes estudios realizados, que los sistemas de TRIAGE parecen ser un buen factor predictivo para la estancia en el servicio de emergencias y urgencias pediátricas, así como también el tiempo de hospitalización y consumo de recursos según las diferentes patologías.

Las funciones del TRIAGE deben ser:

  • Identificación de pacientes en situación de riesgo vital.
  • Asegurar la priorización en función del nivel de clasificación.
  • Asegurar la reevaluación de los pacientes que deben esperar.
  • Decidir el área más apropiada para atender a los pacientes.
  • Aportar información sobre el proceso asistencial.
  • Disponer de información para familiares.
  • Mejorar el flujo de pacientes y la congestión del servicio.
  • Aportar información para mejorar el funcionamiento del servicio.

Los sistemas de TRIAGE plantean una serie de preguntas que facilitan la discriminación del estado de urgencia de los pacientes, clasificándolos en 5 niveles que determinan el tiempo máximo que el paciente puede esperar la atención médica. Estos niveles de urgencia se ordenan desde el nivel 1 al nivel 5 según el grado decreciente de urgencia; un ejemplo de los niveles y el tiempo de atención por parte del médico puede ser el siguiente:​

MODELO DE VALORACIÓN INICIAL DE URGENCIAS TRIAGE

Por favor tomar en cuenta las siguientes recomendaciones para el servicio de urgencias

TRIAGE I

Reanimación

Condición de salud extrema que amenaza la vida del paciente. Requiere una intervención médica inmediata

1Atención: inmediata.

TRIAGE II

​Emergencia

Situación de alto riesgo que representa potencial amenaza de su estado de salud. Debe recibir una atención médica rápida

2Atención: Dentro de los siguientes 30 minutos.

TRIAGE III

Urgencia

Condición aguda no amenazante de la vida. Requiere consulta médica no inmediata

3Atención: Hasta 2 horas

TRIAGE IV

No Urgencia

Condición de salud que puede ser aguda, pero no compromete el estado general del paciente y no representa un riesgo evidente

4Atención: De dos hasta cuatro horas.

TRIAGE V

​​No Urgente

Condición relacionada con problemas agudos o crónicos, sin evidencia de deterioro que comprometa el estado general del paciente. No representa riesgo para la vida

5Atención: Cita por consulta externa.

​​

Al final es la institución y el personal que atiende la Unidad de Emergencia Pediátrica los que deben tomar la decisión de diseñar el TRIAGE a la medida de sus necesidades y posibilidades de respuesta.​​​​​​​


Referencia

1.- Avilés-Martínez KI, López-Enríquez A, Luévanos-Velázquez A, Jiménez-Pérez BA, García-Armenta MB, Ceja-Moreno H et al. Triaje: instrumentos de priorización de las urgencias pediátricas. Acta Pediatr Mex 2016;37:4-16.​

2.- Gobierno Federal de los Estados Unidos Mexicanos, Secreteria de Salud, SEDENA, SEMAR, IMSS, ISSSTE. Triage hospitalario de primer contacto en los servicios de urgencias adultos para el segundo y tercer nivel de atención. Guía de Práctica Clínica México: Secretaria de Salud. 2008. Catálogo Maestro ISSSTE-339-08. http://www.cenetec.salud.gob.mx/interior/gpc.html

3.- Warren DW, Jarvis A, Louise LeBlanc L, Gravel J. Revisions to the Canadian Triage and Acuity Scale Paediatric Guideliness (PaedCTAS). CJEM*JCMU 2008; 10(3):224-32.​



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